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Si me sigues en Instagram quizás leiste sobre mi zona de envolver regalos. Y digo quizás porque Instagram solo muestra nuestras fotos al 10% de esa comunidad linda que con tanto esmero hemos reunido (insertar odio profundo). El caso es que Marianne cumplió mi  anhelo más visceral: tener por fin las tijeras a la vista. Y el papel, y las cintas y todo. Encontró ese sistema de Ikea, reclutó la ayuda de mi papá para la instalación y lo puso en el antiguo cuarto de juegos, que ahora es mitad gimnasio, mitad taller de arte. Es la primera Navidad en que no compro la misma cinta repetida trescientas veces. Todo está tan organizadito que quiero llorar de la felicidad. Es increíble como el orden te dispara la calidad de vida al cielo.
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Y si te perdiste en Instagram el tour por mi árbol de Navidad, no te has salvado. Aunque no lo pediste, ni te puede importar menos, te presento algunos de nuestros adornos favoritos. Parecen de una casa donde hay bebés, pero son de una casa donde viven cuatro adultos con edad mental colectiva de tres años.
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Me voy que tengo que hacer las maletas ya porque luego quiero pasar la Navidad más tranquila del mundo. Nuestro plan del 24 es ir en la mañana a un pequeño zoo cerca de mi casa que rescata animales del bosque canadiense que necesitan ayuda y luego los regresa a su hábitat. Es bellísimo cuando está nevado y lo tenemos para nosotros solos. Tiene renos, ciervitos, zorros árticos y muchos más. Siempre hay un juego fotográfico. Un año había que fotografiar cinco cosas específicas y al ganador le dejaban darle el desayuno a los animales. Este año hay que encontrar tres gnomos escondidos. Luego cenaremos fondue de queso en pijama barriendo toda tradición. Esta Nochebuena no tendremos invitados.  Nuestro plan del 25 es regalos, juegos de mesa, quitarnos el pijama e ir al cine. El 26 ¡a cruzar el Pacífico! Sigue mis stories en Instagram para que me acompañes.

Te deseo la Navidad más linda de la vida, sin cortocircuitos ni huecos en el techo ♥
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Me fascina plantas bulbos en otoño porque es como pedirle a la naturaleza que te de una sorpresa ocho meses después. No me esperaba estas bellezas.

Harry no puede creer que ahora paso tiempo afuera. Es que me siento como en un cuento.

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Tras seis meses de nieve y hielo tuvimos el mayo más frío y lluvioso de la vida, con varias noches bajo cero. Mayo es el mes de la jardinería en Montreal y lo perdimos, pero Valeria y yo teníamos mi estudio lleno de germinadores con las lámparas de todos los escritorios haciendo brotar plantitas. Vimos millones de videos de jardinería en YouTube, compramos revistas, hicimos este lindo curso online, pedimos semillas por catálogo y sacamos libros de jardinería de la biblioteca. Apenas el clima nos dejó estar afuera, Lau y mi papá construyeron tres grandes cajas de cultivo que llenamos con más de cien sacos de tierra y compost. Plantamos vegetales con una ilusión infinita. 
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Estas fotos son de mi iPhone. He tenidos atormentados a mis seguidores de Instagram con mi nuevo jardín. Ya el rectángulo de grama es otra cosa. Se siente como un mundo entero. Le hicimos un senderito de piedras. Las plantas empiezan a crecer.
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Se están abriendo mis delphiniums azules ♥
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Simultáneamente y con muchísima ayuda de mi mamá, quitamos la grama de dos áreas grandes. Remover grama es la tarea más brutal del mundo. Fue salvajemente difícil y la hizo casi toda ella, que tiene 78 años. Eso se llama explotar a los abuelos cuando vienen de vacaciones. Ahí estamos haciendo poco a poco nuestro jardín estilo cottage inglés.
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Es un tipo de jardín que tiene que madurar y establecerse con el tiempo porque su encanto está en la densidad. Se pondrá mucho más bonito en los próximos años (pensamiento positivo), pero en poco más de un mes la transformación es difícil de creer. Está lleno de mariposas, pájaros, abejas y luciérnagas por primera vez en la vida. Los vegetales han aparecido y las flores son un espectáculo. También instalamos una pequeña fuente para atraer fauna y tener ese sonido de agua tan relajante. La ilusión que nos hizo la fuentecita no tiene precio. 
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Aún nos queda medio jardín intacto. Mucho trabajo por delante. La jardinería es una ciencia y requiere paciencia y atención, dos cosas escasas en mí. Hay gente que tiene intuición natural para esto. Y hay gente como yo. Me siento humildemente ignorante, sobre todo en cuanto a lo orgánico. Al principio yo le ponía cloro de piscina a la fuente para mantenerla cristalina, ¿se puede ser más animal? Queremos que nuestro jardín sea lo más ecológico posible. En este año hemos aprendido mucho. Somos tan nuevas que cometimos 934923854 errores. Pero es tan, tan, tan bonito despertar cada mañana y, en vez de lanzarme al trabajo neuróticamente, salir feliz al jardín para pasar media hora regando ¡y admirando cada nueva sorpresita!

Si tienes un rectángulo de césped superaburrido y estás acariciando la idea de crear un precioso jardín desde cero -quizás con un huertito- y eres principiante como yo, te voy a dar mis consejos. 

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Todavía tenemos mucho por aprender. Siento que estoy de nuevo en la universidad. Esto es bueno para mí, bueno para Valeria que ya prácticamente vive en el jardín, bueno para los gatos que no pueden creer que ahora salimos. Bueno para toda la familia, porque este ha sido un proyecto familiar de tres generaciones y ese tiempo juntos vale oro.

¿Algún lector jardinero?
¿Algún blog o cuenta de Instagram que me quieran recomendar?

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Cuando ya todas las personas olvidaron la Navidad, quitaron las decoraciones y adelgazaron los kilos, vengo yo con un post navideño. Esto ha sido así desde el 2008 así que no sé por qué todavía me autoescandalizo. Siempre espero a que en España pase el Día de Reyes para traer un resumen de las fotos de La Vuelta al Mundo, pero a veces se me hace extratarde porque viajo. Esta vez mi viaje fue a Japón y regresamos hace una semana, pero fui azotada por los síntomas más salvajes de jet lag combinado con gripe y me sentí por muchos días como un bolsa de plástico arrastrada por el viento. En estado 100% zombie. Como si tuviera el cerebro parcialmente anestesiado, sin poder digerir comida ni información. No sé si a alguien le ha pasado. Yo no tenía idea de que el jet lag podría ser literalmente como una enfermedad. Ya soy persona de nuevo y feliz porque tengo la escuela llena de gente en los cursos y eso me inyecta una dosis de ilusión resucitadora. Pido disculpas por no haber escrito este post antes. Me declaro sumamente culpable de impuntualidad.

Muchísimas gracias

por haber compartido todas esas cientos de fotos adorables en Instagram y Flickr para La Vuelta al Mundo. La Navidad es mil veces más Navidad cuando la veo al rededor de planeta y a través de sus ojos. Me fascina ver los preparativos en cada casa, hechos con tanto cariño. Es como si me dieran un abrazo por dentro.
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Y las mesas preparadas para consentir a la gente querida. Poner la mesa es una de mis cosas favoritas en las celebraciones, así para mí ver las mesas de otras familias es como una obsesión secreta.
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A mi hija Valeria y a mí solo nos da por la repostería en diciembre. Este año pasamos el 24 completo horneando tres tipos de galletas divinas porque queríamos hacerle un regalo comestible a nuestra vecina que acababa de quedarse viuda (con tres hijos). Hicimos galletas de coco y chocolate, de naranja y arándanos y de chocolate, avellanas y marshmallows. Hicimos tantas que tenemos dos cajas llenas en el congelador. No sé por qué universalmente la gente hornea tanto en Navidad, pero en La Vuelta al Mundo ¡vimos obras de arte!
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¿Y las fotos de mascotas? Ohhh ¡las mascotas! Necesito amapuchar a todos estos animalitos que se portaron tan bien posando ♥ ♥ ♥
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Tengo debilidad por las fotos urbanas. Me pone contenta ver todas esas ciudades iluminadas ♥ Este año no disfruté Montreal por estar trabajando y cuando llegamos a Tokyo ya habían quitado la Navidad, así que quedé con déficit festivo.
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Y lo mejor son los verdaderos dueños de diciembre, los pichurritos consentidos. Veo estas fotos y quiero enconger a mis hijas a este tamaño.
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Entonces, viendo lo visto, entre tantas fotos bonitas ¿cómo elegir una para darle de premio la cámara Fuji Instax Mini? Es estratosféricamente difícil porque hay muchísimas fotos que merecen un premio por una razón o por otra. Lo que hice en este caso es hacerle caso a mi corazón que latía un poquito más rápido cada vez que mis ojos se topaban con la misma imagen. La elegida es esta:
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La foto ganadora es Miguel in the lightning tent de Karolinabat

Lo que más me gusta de esta es la expresión lindísima que supo capturar en ese niño inmerso en el ambiente festivo, la presencia de la ciudad iluminada y la dificultad extra de hacer la foto nocturna. Técnicamente está muy bien porque, a pesar de todos los elementos llamativos, Miguel es el protagonista. Además, la edición es bonita. Felicidades, Karolina, por esta foto! Escríbenos a través de la página de contacto para darnos tu dirección.
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Tengo tendinitis en un codo y me hace la vida miserable. Esta no una manera muy cuchi de empezar un post, pero prometo que se va a poner mejor. La cosa es que el dolor del codo no es algo de vida o muerte, pero se me está haciendo eterna la curación (creo que van como dos años) y me ha ido triturando la existencia poco a poco hasta el punto de mandarme al hospital de emergencia el 26 de diciembre. Y antes de eso, ahorré brazo lo más que pude para usarlo solo para trabajar en los cursos. He allí la razón por la que el blog fue castigado una vez más. Acabo de llegar de unas vacaciones en Disney World, Orlando, a las cuales fui completamente drogada nivel expulsión de las Olimpíadas. Con cuatro mil pastillas parece que estoy mejorando, pero leeeeeeeeeento. Aquí viene la parte donde dejo de quejarme y el post mejora: Vengo con algo muy lindo para comenzar el 2018. Traigo las fotos de Navidad de La Vuelta al Mundo.
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CRISTINA BL
foto ganadora

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Había ofrecido enviarle un regalo al autor de la mejor foto y no fue fácil la elección. No solo porque hay muchas fotos bonitas con nuestro hashtag #juegoLVM y en nuestro mural, sino porque las fotos de Navidad frecuentemente vienen impregnadas de sentimiento y esas emociones salen de la pantalla, me entran por los ojos y viajan hasta mi corazón como flechita y me enamoro de todas. Finalmente escogí la foto de Cristina porque la idea es linda, la luz es mágica, la escena es acogedora y cálida como un abrazo y técnicamente está muy bien hecha. El paquete completo. ¡Felicidades, Cristina! Escríbenos a través de la web para darnos tu dirección y así podamos mandarte tu Fuji Instax Mini 9.

Mil gracias a todos por jugar y compartir tanta Navidad ♥
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Hay docenas y docenas de fotos adorables: niñitos ilusionados, mascotas que me quiero robar, mesas puestas con amor, comida especial preparada con esmero, adornos que son tesoros, ciudades iluminadas y regalos envueltos. Estas cuarenta y nueve fotos son una muestrita microscópica. Viendo todas estas imágenes me sentí pasajeramente mal por no haber fotografiado mi ciudad, ni mi comida, ni casi nada, pero me perdono porque tenía un solo brazo. Ustedes me inspiran para la próxima vez :)
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Con lo terribles que son desde hace semanas las noticias de Venezuela nos hacía falta un día feliz.
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Hace diez años se puso de moda en los blogs escribir una lista de ocho cosas que quieres hacer antes de morir. Y yo hice la mía, claro, con originalidades como nadar con delfines en libertad, volar en globo y ver una aurora boreal. Diez años más tarde no he hecho nada de eso y solo una cosa de mi lista se ha cumplido: ver a mi hija graduarse de la universidad. En la lista decía mis hijas, pero por ahora me conformo (la otra va en camino). Marianne se graduó Summa Cum Laude y yo con eso ya no necesito delfines, globos ni luces del norte. De hecho, ese ha sido uno de los días más felices de mi vida.

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Gabriela, una sobrina que la vida me regaló en Montreal, se graduó en la misma ceremonia con lo que ese día en McGill University hubo una explosión atómica de emoción por juntar a dos de las más carismáticas, sensibles y nobles personas del planeta Tierra para darles un diploma.

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Marianne se graduó en Psicología y Gaby en Desarrollo Internacional y Ciencias Políticas.

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Ese mismo día -que tuvimos un clima espléndido- hicimos en mi casa una fiesta para Gabriela y Marianne. La mamá de Gaby vino desde Amsterdam para la ocasión y juntas pasamos dos días (y muchos emails) preparando cosas. Marianne tiene un trabajo de verano en Disney World, Orlando, y vino solo por 48 horas para su graduación. Todo fue muy veloz, muy intenso y muy sentimental.
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La cosa no pudo ser más girly: hubo rosas, confetti, caramelos y ositos de peluche vestidos con la toga de graduación de McGill University. El de Marianne se fue a Orlando con ella. 

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Nuestra familia montrealense, nuestras personas favoritas, vinieron en medio de la semana (¡un miércoles!) a celebrar con nosotros y a cubrir a Marianne y Gaby con una avalancha de cariño, de regalos y de buenos deseos. Somos unos suertudos por tener gente que quiere así a nuestras hijas. Vi mi casa llena de gente querida, incluso con mis papás que vinieron de España, y pensé que por días así la vida vale la pena.
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Tuvimos un bar de sangría que es algo que ya habíamos hecho en otra fiesta y que queda divino en verano. Me gusta mucho cuando puedo hacer que la comida y la bebida sean actividades interactivas. Que los invitados puedan personalizar lo que se sirven. Y si luce bonito, mil veces mejor. El bar de sangría es decorativo y pone feliz a la gente. 
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Hacía calor y en medio de la semana de trabajo no pude complicarme con comida que hubiera que calentar con la casa llena de gente. Tenemos aire acondicionado, pero cuando somos muchos generar calor en la cocina es un suicidio. La otra opción que me gustaba era la parrilla, pero eso siempre esclaviza y había llovido todos los días y no me quería arriesgar. También quería servir algo que la gente no tuviera que cortar con cuchillo porque básicamente íbamos a estar sentados en todas partes, quizás con el plato sobre las piernas. Por eso hicimos un gran bar de ensaladas. Preparamos todo el día anterior y lo guardamos en la nevera. Al llegar de la ceremonia solo hubo que sacarlo y servirlo.
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Con esos colores, globos, helados, confetti y de caramelos, mi preocupación era que la fiesta iba a parecer un cumpleaños de bebé. La preocupación me duró como cinco minutos porque lo importante es que Marianne y Gabriela estuvieran contentas y, después de todo, ellas son y siempre serán nuestros bebecitos.
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Hice dos scrapbooks para dejarles mensajes y que les quedara un recuerdo. Son la cosa más simple: páginas de cartulina blanca atadas por el medio con un cordelito de hornear. La portada es de una cartulina más rígida y laminada. Las iniciales doradas las hice con unos stickers que encontré en la tienda de $1 en Navidad. Puse dos cámaras Fuji Instax Mini, un bol con paquetes de film (los saqué de la caja), una barra de pegamento acid free (para conservar las fotos) y bolígrafos de colores. La idea vino de la cuna de todas las ideas: Pinterest. AMO como quedaron los scrapbooks al final de la fiesta. Están llenos de amor, son mi cosa favorita. 

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Las chicas dieron tarjetas de agradecimiento y chocolates de avellana a todas las personas que las acompañaron a celebrar. También tuvimos un bar de golosinas para que los invitados pudieran llevarse caramelos y chocolates a su casa y así endulzarles el día.
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Al día siguiente Marianne se subió a un avión para regresar a Orlando mientras yo me reunía con mi contadora para los impuestos. Es decir, que mi felicidad fue breve. Ya no veré a mi pichurra hasta agosto. Gaby se va a vivir a Londres. Mi amiga Carolina regresó a Amsterdam. Ese miércoles fue un tesoro para el recuerdo.

Si alguna de estas ideas para celebrar te gusta y la pones en práctica me encantaría verlo. Y si tienes más ideas para una graduación no dejes de contarme porque en un par de años estaremos festejando el diploma de Valeria. Los cumpleaños y las fiestas de diciembre son cosas que llegan automáticamente, pero para graduarse hay que trabajar muy duro. Por eso pienso que son las cosas que verdaderamente hay que celebrar.

Pichu, los hijos no leen los blogs de las mamás, pero si pasas por aquí: estoy orgullosa de ti porque desde que pusiste un pie en tu primer colegio no has hecho otra cosa que dar lo mejor de ti y brillar. Te quiero.

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Un mosaico estilo 2006 porque lo viejo siempre vuelve
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Esto luego se llenó de mazapanes, turrones, polvorones y pastelitos de gloria enviados con amor desde España por mis papás. Y muchos bombones. También hicimos una estación de chocolate caliente con marshmellows. ¡Pero no tengo foto!

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Tuve también otras “primeras veces”. Por ejemplo, por primera vez participé en juegos de mesa sin querer lanzarme por el balcón. Los juegos de mesa y yo somos archienemigos. Cuando me están explicando las instrucciones daría cualquier cosa por escaparme y me quedo dormida con los ojos abiertos. Por eso, al momento de lanzar los dados no sé quién soy ni dónde estoy. Pero, gente, esta vez jugué y hasta me divertí mucho. Pusimos mil veces mi playlist de beautiful old songs (nos dio por ahí) y vimos nevar y nevar por las ventanas mientras jugamos Splendor y Dead of Winter.

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La vista desde mi estudio. En esa cabaña guardamos esquíes, patines, muebles de verano, trineos, maletas, cosas de jardinería y afines. Todas las casas aquí tienen un “cabanon”.
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Por primera vez  fui con mi familia a un zoo el 24 de diciembre, completé un rally fotográfico y nos enamoramos de un zorrito ártico ciego (se llama Gandalf). En vez de estar todo el día en la cocina, hicimos la comida el día anterior y pasamos el 24 en la naturaleza. Cuando nuestros queridos amigos llegaron a las 7 pm todavía teníamos la nariz roja del frío. De hecho, tuvimos un apocalipsis porque se cayeron unas cosas de la vitrina y tuvimos que echar a la basura parte de la comida porque se llenó de vidrios y no nos importó.

Por primera vez hicimos una salida al campo bajo una tormenta de nieve salvaje: fuimos a dar de comer a los ciervos, alces y renos en el Omega Park. Fue absurdo, fue totalmente polo norte y fue inolvidable.

Por primera vez no hice nada en absoluto para la cena de fin de año. El 31, en vez de estar todo el día en la cocina o hacer un plan sofisticado, salimos de tiendas (lejos) y de lunch, perdimos noción del tiempo y por eso nos cerraron el supermercado a las 5 pm. Ibamos a comprar cosas para despedir el año con fondue de queso (antojo) y nos quedamos dos minutos desconcertados en el parking mirando el supermercado con cara de huevo frito. Pero rápidamente encontramos nuestra cena en una farmacia: un par de latas de fondue de chocolate Laura Secord y en la casa teníamos cuatro bananas y unos waffles sin gluten congelados. Nos comimos eso frente a la chimenea y recibimos el año en pijama, jugando Catán con música a todo volumen y tomando champán. Y fue maravilloso.

En esa semana de vacaciones fuimos tres veces al cine y además vimos muchas películas apurruñados los cuatro con tres gatos en mi cama. Abrimos una montaña de regalos fabulosos, comimos en sitios bonitos, caminamos en bosques nevados, fuimos a la exposición de Robert Mappelthorpe en el Museo de Bellas Artes, al chalet de nuestros mejores amigos en la montaña para comer spaghetti y todos los días dormimos a pata suelta. Qué más se puede pedir.
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Todas estas fotos son de mi iPhone menos las de la segunda fila.

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Salir de Montreal en invierno por las carreteras pequeñas es entrar en un episodio de escenas bucólicas: granjas nevadas con caballos, estanques congelados rodeados de pinos, casitas que parecen de galleta y bosques de postal. Hay tantos pueblos cercanos, parques naturales y estaciones de esquí que lo difícil es escoger el paseo del día. Uno sencillo que recomiendo es ir al Gault Nature Reserve en el Mont-Saint-Hilaire para una caminata en el bosque. Alquilan raquettes y crampones en el chalet, pero no nos hicieron falta. Puedo decir de todo corazón que no solo me alegro mucho de haber cancelado un viaje sino que escuchar que mis hijas me digan que esta ha sido su Navidad favorita me detona una bomba de azúcar en el corazón.

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¿Sabes cuando estás perdido en la tundra helada y sigues caminando kilómetros aunque te sientas como un trapo porque allá a lo lejos hay una lucecita que seguro es una cabaña acogedora con mantas suaves y chocolate caliente? En medio de la Navidad más rara que hemos tenido (y cuando digo rara, quiero decir not very happy) hay gente que es mi cabaña y mi chocolate. Mis mejores amigos de Montreal son mi familia y hacer una fiesta de Navidad para celebrar con ellos fue una medicina de acción prolongada.

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Valeria talló en linóleo un sello en forma de ciervo y con él imprimió papel kraft para hacer papel de regalo.*

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El proyecto fue sumamente handmade porque nos hacía falta.  Porque es terapéutico. Mis hijas y yo pasamos tres días con interminables playlists navideños de Spotify. Marianne hizo cuarenta jabones en forma de postres, de caramelos y otros azules brillantes que ella llamó winter wonderland. Toda la casa olía a almendras y a rosas. Montamos el árbol de Navidad más grande que hemos tenido, hicimos confetti para lanzar, banderines para decorar e imprimimos nuestro propio papel de regalo. Hicimos pequeñas pizarras para nombrar la comida, pan de jamón, litros de ponche crema casero y merengues que en Venezuela llamamos suspiros. 

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Estos son los primeros suspiros que Valeria ha hecho en la vida. Estaban deliciosos.

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Marianne también hizo jabones rellenos de dinosaurios de plástico para mi sobrina Mia, de tres años, el juguete de la familia.

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Valeria hizo estos adornos para el pelo que fueron una de mis cosas favoritas. A todas les quedaban lindos y son superfotogénicos.
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Mientras nevaba afuera nosotras trabajábamos en sweater y pijama y después nos premiamos con fondue de queso y películas en la cama.  No quiero dibujar un cuadro idílico porque nuestro diciembre ha sido lo opuesto. Pero envolviendo, decorando y cocinando juntas pasamos los días más navideños de esta Navidad. Unos días que sin este proyecto probablemente habríamos transitado diciendo que este año ha sido el peor.  En la fiesta abrazamos y fuimos abrazados, servimos nuestra comida y probamos las cosas ricas traídas por los demás, dimos regalitos y recibimos cosas lindas.

Valeria, Marianne y yo hicimos un video. Nos sirvió también para poner la cabeza en algo creativo y para pasar tiempo juntas editándolo acostadas en mi cama, con los gatos, comiendo pizza y riéndonos de nuestros infames movimientos de cámara (no teníamos cabezal de video para el trípode ). Algún día haremos uno más presentable, uno montado con un buen software, grabado con el equipo apropiado y donde nosotras nos veamos más! Pero a este le tenemos el mismo tipo de cariño que le tienes a tu oso de peluche: aunque esté aplastado y le falta un ojo, es único. Espero que sea un sorbito de chocolate caliente para ti.
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Otra cosa bonita que me ha pasado en estos días es ver mi casa en la revista española El Mueble online. Allí me llamaron decoblogger y aunque no lo soy (ojalá), me quedo humildemente callada porque esa es la revista favorita de mi mamá y le han dado una alegría. Me ha hecho mucha ilusión ver mi decoración navideña en una revista. Es hasta contraproducente porque me siento legitimada y ahora quién sabe lo que pueda pasar con las tiendas y mi bolsillo. Para ver el artículo hay que ir aquí y sobre las fotos está el link a la galería.
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Feliz Navidad
Que tengas unas fiestas bonitas, que te abracen, te besen, te den cosas ricas de comer y beber y también que tengas algún regalo lindo.
Y que te llegue mi cariño ♥
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Nota:
Valeria aprendió a hacer los sellos de linóleo con la artista Geninne Zlatkis. Les recomiendo su maravilloso libro Make an impression. Y aprendió a hacer los suspiros o merengues gracias la fabulosa repostera María Fernanda Avendaño de Vainilla quien nos dio su receta para endulzarnos la vida.
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Cuando viajo, mi intención es venir cargada de libros de cocina, pero rara vez me los puedo traer del propio lugar porque no tengo espacio en la maleta. Me he autoadiestrado para viajar con lo mínimo, llevando solo un  pequeño carry-on y ahí no hay shopping que entre. Los motivos y tips se los cuento en un próximo post (como prometí en Instagram), pero lo que hago es visitar las librerías y cada vez que me enamoro de un libro primero reviso en mi teléfono si lo tiene Amazon. Si no hay conexión, le tomo una foto y apenas encuentro wifi lo busco. Si está en Amazon lo compro y me lo envió a casa para que algo lindo me espere al regreso (¡ilusión!).  Si no está, lo compro en una librería y me lo pongo de sombrero durante el resto del viaje. Hoy les voy a hablar de los lugares que acabo de visitar este verano y sus libros de cocina. Los míos están en inglés, pero es probable que existan traducciones. Este verano mi viaje comenzó en Islandia. El año pasado también fui y esa fue una de las veces en que no encontré el libro en Amazon y lo compré al instante en la fabulosa librería Eymundsson de Akureyri.
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Into the North de Inga Elsa Bergþórsdóttir y Gísli Egill Hrafnsson.

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Las fotos son bellas. El texto es sensible. Aprendí que los islandeses hacen té, sopa y mermeladas con el musgo, la historia de la tradición de comer ballena y caballo, dos cosas que me ponen un poco los pelos de punta, la forma de criar a las ovejas para tener la mejor carne de cordero del mundo, lo que hacen en cada estación, cómo usan las hierbas. Fue una lectura linda. Aprendí más del país con este libro que con todas las guías turísticas. Into the North es precioso para los amantes de la sublime Islandia aunque no hagan nunca una receta, lo prometo. Después de la niebla, el frío y la soledad nórdica aterrizamos en la costa de Amalfi concurrida, ardiente, un poco caótica y bonita a más no poder.
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La vista desde nuestra casa en Praiano. Cuesta creerla.
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Amalfi Coast Recipes de Amanda Tabberer
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Este libro no está escrito por alguien de la costa de Amalfi. Ni siquiera por una italiana. Es un factor que podría haberme inspirado desconfiaza, pero hace tiempo entendí que muchos de los más lindos libros de cocina regional están escritos por extranjeros. Visitantes que se apasionan por los sabores de una comunidad hasta el punto de quedarse allí por años sumergidos en las cocinas locales investigando, entrevistando, recopilando, cocinando y escribiendo. Y el resultado es extraordinario. Amalfi Coast Recipes es como volver a viajar por allí. No solo reconozco los platos y los ingredientes sino algunos de los restaurantes de la gente entrevistada. Es pintoresco, colorido y delicioso como Amalfi. Casi puedo oler los limones y sentir los gnocchi alla sorrentina deshaciéndose cremosos en mi boca.
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Tasting Rome de Katie Parla y Kristina Gill.
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Después fuimos a la magnífica Roma. De comida italiana y específicamente romana hay como un millón de libros. Yo elegí este a los 10 minutos de llegar, en La Feltrinelli del aeropuerto, mientras esperaba que mis acompañantes fueran al baño. O sea, flechazo a primera vista. La contraportada dice que es “una carta de amor de dos americanas a su ciudad adoptiva” y ese es el sentimiento que desprende. Está amorosamente investigado, documentado, escrito y fotografiado. No he tenido tiempo de usarlo aún, pero promete sabores frescos y recetas olvidadas de una ciudad antigua y tengo un buen presentimiento con ese libro, gente.
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Cooking with Loula de Alexandra Stratou

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Fuimos a Santorini y Mykonos con cero expectativas, más bien pesimistas y resulta que nos enamoramos con pasión desenfrenada no solo de los paisajes y pueblos, sino DE LA COMIDA. Lo escribí en mayúsculas porque es un amor grande. Parece que mi paladar y la cocina de Grecia nacieron el uno para el otro y no lo sabían. Y al encontrarse hubo fuegos artificiales. No es que no hubiera probado comida griega antes. Sí y muchas veces, pero esto fue otra cosa. Eso fue de verdad. Feta al horno envuelto en hojas de phyllo con miel y sésamo, fava (hummus de lentejas amarillas), pulpo, tyropitas, guisos y tzatziki en todas sus formas y no sigo porque lloro de nostalgia. Desde hace mucho había estado buscando un libro de cocina griega, pero todos me parecían feos. Entonces, en Oia entramos a la famosísima, diminuta y pintoresca librería Atlantis Books y ahí sobre una mesa estaba mi libro junto a un cartelito que decía “Este es el único libro de cocina que esta librería ha recomendado”. Lo tomé en mis brazos como a un milagro. Tiene todo lo que quiero aprender a cocinar. Mientras Marianne y Valeria escogían un regalo allí, empecé a pensar que 1) cuarenta euros era demasiado por ese libro y 2) no tenía espacio en el equipaje. Con mucha fuerza de voluntad lo solté, pagué los libros mitológicos de mis hijas y me fui arrastrando los pies. Media hora más tarde lo encontré en Amazon en 19 dolares y envío gratis. Sé que hay que apoyar la economía local para que las librerías independientes no desaparezcan, pero por favor.
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My Little Paris Kitchen de Rachel Khoo
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Probablemente haya personas en desacuerdo conmigo y quiero decir aquí que soy en parte francesa y que idolatro Paris, pero encuentro que no es una ciudad fácil para comer. A ver si me explico: delicias francesas hay de aquí a la luna, pero no es como en Italia o Grecia que comes rico y auténtico en cualquier hueco por poco dinero. En París tienes que pagar carísimo si quieres una buena experiencia gastronómica, o tienes que ir con un parisino que te diga dónde comer saliéndote del circuito turístico (no es fácil) o tienes que ir a las tiendas y comprar cosas exquisitas que me vuelven loca de solo recordarlas y hacer tus propios picnics. Quizás tengo esa impresión porque Marianne es vegetariana y sus opciones en París eran prácticamente inexistentes, no sé. En mi experiencia, lo ideal para un visitante es comprar quesos, vinos, mostazas, patés, panes, confituras, quiches y tartas de frutas y comer en uno de los parques alucinantes de la ciudad. O  ir a las callecitas o pequeñas plazas y encontrar un bistro genuino para una comida informal que te deje saborear el legítimo París. Mi familia y yo tenemos la costumbre de comer la cocina del lugar que visitamos lo máximo posible y París a veces puso a prueba nuestras intenciones, pero igualmente comimos 99% a la francesa durante siete gloriosos días.  Lo que me gusta de Little Paris Kitchen es que está lleno de esas recetas parisinas clásicas que me encantan, pero simplicficadas para el no-chef. Tengo otros libros de cocina francesa, pero traigo este (que no es nuevo) al post porque es lindo, fácil, amigable y adorable. Y antes de terminar el post voy a mostrar una compra impulsiva y muy simpática en París.
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Les Recettes de Rémy de Nicole Seeman, Disney
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El penúltimo día de nuestro mes viajando fui con mis hijas a Disneyland Paris. Nuestro ticket también valía para el otro parque pequeño, Walt Disney Studios, así que a las 6 de la tarde fuimos allá con la sola intención de subirnos la atracción Ratatouille: The Adventure que nos pareció fabulosa. A la salida vimos una tienda que se llama Chez Marianne y de ahí salimos con un Rémy de peluche que va de cama en cama en esta casa y este librito que Valeria se trajo. Es para niños así que todo es fácil y con pocos ingredientes, pero hemos encontrado por lo menos siete cosas que nuestro niño interior quiere probar.

Ahora me encantaría que me dijeras si tienes libros de cocina regional que te gusten y me quieras mostrar. Pueden ser de cualquier parte del mundo, tengo libros de todo el planeta y siempre estoy interesada en buenas recomendaciones. ¿Conoces estos de mi post?

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Feliz Año nuevo y gracias por leerme ♥

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Veo las fotos ahora y me doy cuenta de que no parece una mesa de Thanksgiving sino una boda. Es en parte por toooodas esas sillas blancas. Venticinco. Eso unido a la falta de cortinas que tiene a mi mamá desesperada hace que todo se vea muy … (insertar la palabra, porque no se me ocurre). La cosa es que no tengo las menores ganas de poner cortinas por los momentos.  Lo que si haré será decorar el próximo Thanksgiving menos nupcial. Tengo los amigos más agradecidos y amables del mundo y si pongo decoración de boda o platos de cartón y mantel de plástico ellos me dicen que les gusta y hacen que lo pasemos genial, por su personalidad maravillosa y por las exquisiteces que traen para cenar, porque todos cocinamos.
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Esa es nuestra mesa de postres. Y esa es nuestra princesa Mia, mi postre favorito. En la foto está besando a Vanessa, su mamá, porque Mia reparte besos divinos sin hacerse de rogar. No como yo, que a su edad prefería que me pincharan los ojos con un tenedor antes de ir besando adultos en una fiesta. Además comernos a la princesa, comimos pies de calabaza, de manzana, de frutas del bosque, cheesecake de calabaza con nueces pacanas, crumble de manzana vegano y sin gluten, canelés de Bordeaux, pasteles de nata y doce de feijao portugueses, bombones de chocolate, ensalada de frutas, helado y crema batida (nata montada). Todo eso nos cupo después de cenar pavo relleno, salsa de arándanos, ensalada con granada y almendras, espinacas a la crema, pastel de maíz y sweet potato con sirope de maple. Qué les puedo decir, fue el acabóse.
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Por eso el lunes, que es el verdadero día de Thanksgiving canadiense, seguimos con nuestra tradición de irnos a caminar por el bosque. A veces lo hacemos en algún parque natural de Montreal y a veces nos vamos al campo. Esta vez nos fuimos a las montañas y caminamos un poquito, sí, pero también encontramos un restaurant acogedor lleno de ambiente montañés y nos metimos un atracón de comida típica quebequense. El apocalipsis..
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Así están ahora las montañas. Estas son unas fotos del breve momento en que no estuve masticando. De regreso a Montreal Valeria y yo nos comimos un helado de McDonalds en el carro. Fin del mundo.

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Necesitas:

– Pequeños cactus y suculentas: Para este y otro terrarium que hice, en Montreal tuve que coleccionarlos en unos ocho o diez sitios diferentes y fue lo más divertido. Voy a comprar pan, vengo con un cactus. Voy al médico, vengo con un cactus. Voy a un concierto, vengo con un cactus.
– Una maceta baja. La mía es una ensaladera de Zone.
– Piedritas pequeñas que van en el fondo, pueden ser todo lo feas que quieras.
– Piedras de adorno: las mías son de las que me traigo de ríos y playas.
– Tierra. Idealmente compra la que es especial para cactus, pero si no, compra tierra normal de macetas.
– Guantes. Guantes, guantes, guantes. CREEME. Las primeras veces manipulé los cactus sin guantes y sin inteligencia.  Valeria pasó tres días sacándome espinas microscópicas. Tienen que ser guantes gruesos. Los míos son de hacer reparaciones.
– Pinza de cejas. Aunque tengas guantes quieres la pinza cerca por paz mental. Digamos que es una precaución histérica. Buscar la pinza de cejas en todas tus carteras con la espina en una mano no es bonito.
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Pon una capa de piedritas en el fondo. Es para drenar la humedad. Los cactus son personajes del desierto, no lo pierdas de vista.
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Luego pon un poco de tierra. Ten en cuenta que los cactus y suculentas vienen con sus raíces ya desarrolladas en algo de tierra que se ha compactado. Trata de separarla un poco, pero sin maltratar las raíces. Siémbralos con esa tierrita que traen pegada. Una cuchara sopera es muy útil para llegar a donde los utensilios normales de jardinería no pueden. Unas tenazas de cocina sirven también para mover los cactus sin pincharte. Si te estoy metiendo miedo recuerda que con guantes fuertes no deberías tener problemas y que aunque tengan espinas los cactus también tienen su corazoncito y quieren tu amor ♥ 
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Me gusta comenzar por poner en el medio la plata más alta y termino en los bordes con la más bajita. A veces intercalo alguna piedra playera para ayudarme a anclar algún cactus rebelde y, de paso, me sirve como decoración. Si tienes un pedazo de madera gastada, prueba a ver qué tal. Yo tenía piedritas del antiguo acuario de Valeria que metí por aquí y por allá. Harás un desastre y todo quedará lleno de tierra a tu alrededor, no dejes que mi foto completamente falsa te engañe.
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Aquí tienes mi mini jardín en todo su esplendor. Lo tengo afuera en los días en que sé que no va a llover y cuando llueve vive junto a la ventana para estar bañado de sol. Como en Canadá estamos acostumbrados a estar esclavos pendientes a diario del pronóstico del tiempo, esto no representa ningún problema. Si no tienes terraza o jardín, puedes ponerlo junto a tu ventana más soleada.  Si vives con niños pequeños pon tus cactus en un sitio ALTO. Solo se riegan una vez al mes o cuando veas que la tierra está completamente seca, sin ningún rastro de humedad (¡desierto,desierto!).
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Mi amiga Mayra ahora vive también en Montreal y, entonces, con estos bebés que están aquí…
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…. hice este mini jardín por su cumpleaños el mes pasado, para recordar viejos tiempos y que vea que 91394734723 años después por fin entiendo su amor por los cactus ♥
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Es bastante más grande que el mío y no encontraba una maceta achatada de un color bonito. ¡Busqué en más de diez tiendas! Lo que hice fue comprar un plato de los que van debajo de las macetas normales de terracota y pintarlo con spray amarillo para exteriores. No sé si se pelará con el tiempo y la humedad. No debería, pero si se pone fea Mayra tendrá que hacer la operación transplante.

Para quienes viven en Montreal: Mis plantas son del supermercado Metro, de Ikea, dos Home Depot, Rona y varios kioscos de flores, especialmente los que están en la calle Ste-Catherine en la Place Emilie Gamelin y Square Phillips.

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Este post está dedicado con amor a la talentosa escritora Lena Yau, autora de Trae tu espalda para hacer mi mesa y Hormigas en la lengua.
Ella sabe por qué.
Jamás veo un cactus sin pensar en ti, mi MO.

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/  Si haces tu jardín xerófilo o si tienes cactus enséñamelos en Instagram @jackieruedaphotography!

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Adiós, island oasis. Nunca te olvidaré.

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